UNA NIÑA ADOPTADA EN LA INCLUSA DE LA PAZ Y LLEVADA A CHILE
María Jesús Vicuña Guerrero,
de 55 años, que fue abandonada en la Inclusa
de La Paz de Madrid y enviada a Chile cree que fue una niña robada. La
pequeña fue registrada en tres partidas de bautismo diferentes, además
los padres adotivos pagaron por la adopción. El suyo es un caso más de
bebés presuntamente robados y enviados a Chile según ha revelado
DIAGONAL
María José Esteso Poves (Redacción)
Miércoles 28 de marzo de 2012.
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“Yo nací el 21 de enero de 1957.
Cuatro días después fui entregada
en la Inclusa de la Paz por mi abuela
biológica y pasados cuatro meses llegué
a Chile”, relata a DIAGONAL
María Jesús Vicuña Guerrero, de 55
años de edad.
“Desde pequeña mis
padres adoptivos me comunicaron
que había sido adoptada. Me dijeron
que, según la inclusa, yo era hija
de una chica joven que se quedó embarazada
sin estar casada y que sus
padres, de buena posición, se sintieron
avergonzados y me entregaron a
las monjas. Siempre me lo he creído,
pero ahora sé que en esa inclusa a
todos les decían lo mismo”, declara.
Entre 1957 y 1960 más de una decena
de bebés fueron a parar a Chile,
en la mayoría de los casos gracias a
las gestiones del embajador chileno
Luis Arteaga Barros. Ese es el caso
de Fernando Lezaeta, nacido el 30 de
noviembre de 1958, y de José Luis
Hurtado, del 10 de marzo de 1959,
dados en adopción a familias chilenas
con buena posición económica,
también desde la Inclusa de la Paz.
Las gestiones de la embajada
En el caso de María Jesús, cuando
llegó a la inclusa fue registrada con
un nombre y dos apellidos que en
teoría no corresponden a nadie. Al
parecer eran apellidos inventados y
el nombre, muchas ocasiones, era
el que se le ocurría a la monja o al
cura.
“Un día después fui bautizada
en la iglesia de San Vicente Ferrer
según figura en mi partida de bautismo”,
dice esta mujer. Esa parroquia
está situada en la calle Ibiza,
cercana a la inclusa, donde están
registradas todas las partidas de
bautismo de los bebés que pasaron
por esa institución.
“Mi nombre en
esos primeros meses de vida fue
María Jesús García Ortega”, dice.
Más tarde, la niña fue asignada a
una familia según acuerdo de una
asistente social chilena, relacionada
con la embajada de Chile, y que
recibió la petición de los futuros padres
adoptivos para “solicitar una
niña al señor Mellado”.
Un año antes, una prima de la madre
chilena de María Jesús había
conseguido otra niña de la misma
forma. De los pasos seguidos para la
adopción dan cuenta los documentos
que años después entregó el padre
adoptivo a la niña.
Las gestiones de un arzobispo
Entre esos papeles
figura una carta que envía la
asistente social al padre de María
Jesús, Eduardo Vicuña Aránguiz,
que contó con el aval de su primo
Eladio Vicuña Aránguiz, arzobispo
chileno, y las recomendaciones políticas
por ser responsable de la Casa
de la Moneda de Chile durante el
Gobierno del liberal Jorge Alexandri,
y a la madre, Inés Guerrero Santa
Cruz, vinculada a la embajada chilena:
“Tu hija será María Jesús (...) es
blanquita, de pelo oscuro y ojos claritos...”
le dijo la amiga de la madre
que hizo las primeras gestiones.
8.000 pesetas para entregar a la niña
Esta mujer advirtió a la familia
de que, por indicaciones del director
de la inclusa, el poder notarial
para representarles en el Estado español
no se lo otorgaran a él: “Es
mejor que no sea a nombre de
Mellado para evitar dificultades...,
ya que él deberá firmar como dador
de la niña (...)”. El director de la
inclusa pidió que se nombrase a su
yerno, Javier Lasso de la Vega
Pedrosa y solicitó un depósito de
8.000 pesetas para iniciar los trámites.
Tres partidas de bautismo
Tras el acuerdo se extendió otra
partida de bautismo con la misma fecha
que la primera, 26 de enero de
1957, pero con los apellidos de los
padres adoptivos que figuran como
padre y madre de la niña.
María Jesús dice que no le consta
que sus padres pagasen tanto dinero
como en otros casos. Sin embargo,
achaca los viajes de sus padres adoptivos,
durante años, desde Chile a
Madrid para visitar a Mellado, “a la
buena relación que les unía”.
En los papeles que aún conserva
existen varias contradicciones.
Como por ejemplo, otra partida de
bautismo, la tercera llevada a cabo
en Chile, con la misma fecha que la
primera. También cuenta con el pasaporte
expedido a ella con cuatro
meses y los billetes de Iberia con fecha
de 26 de mayo destino Buenos
Aires, donde fue recogida por su madre
adoptiva, con el visto bueno del
juez Jesús Carnicero y Espino.
Una niña prematura
Ente los resguardos del dinero entregado
a Mellado, hay también
una nota del médico que atendió a
la madre biológica, Carlos Sainz de
los Terreros Amezaga, quien asegura
que la pequeña pesó 2,200 kilos
y fue prematura.
“Yo siento que mi madre existe y
es probable que me esté buscando”,
dice María Jesús. Sospecha que algo
ocurría en aquella inclusa de Madrid:
“No sé pero es raro. Cuando entrábamos
a la inclusa nos daban una
medallita con un número de orden:
la mía era 16.360. La medalla de otro
chileno también adoptado en España
tiene un número muy alto y sólo nos
llevamos un año", dice.
Según los documentos de la propia
inclusa, fueron cientos los niños
que pasaron por ella. A pesar de toda
la documentación existente de la
época y del meticuloso registro de
los bebés, no hay partes de renuncia
de las madres a sus hijos. El registro
de los mismos suponía omitir nombre
y apellidos de la familia biológica,
fuera o no comunicada a la institución.
Las madres no podían arrepentirse,
los bebés eran entregados
a otras familias. Curiosamente, un
gran número de denuncias por el robo
de niños hoy se sitúa en la maternidad
de Santa Cristina, en
O’ Donnell, justo al lado de la Inclusa
de la Paz. En la maternidad supuestamente morían
los bebés, a la inclusa
llegaban. “Me gustaría abrazar a
mi madre, sospecho que no me abandonó. Saber qué pasó. Una madre
no abandona a sus hijos”, concluye María
Jesús
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